En los centros
educativos de Europa se tiende cada vez más al plurilingüismo. Una de las
medidas que se establecen hoy en día en cada vez más centros es la metodología AICLE (Aprendizaje
Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras) o CLIL, por sus siglas en inglés
(Content and Language Integrated Learning). Sin embargo, forma parte de nuestro
sistema desde antes de la última Ley Orgánica de Mejora de la Calidad de la
Educación (LOMCE), pues se implantó en Europa ya en los años 90.
¿Para qué sirve esta metodología?
El principal
objetivo de la metodología AICLE es conseguir una mejora de la competencia
lingüística en una segunda lengua (L2). Para conseguirlo, se busca una
inmersión lingüística parcial mediante la enseñanza y aprendizaje de idiomas en
las áreas no lingüísticas (ANL). Es decir, algunas materias son impartidas en
la lengua materna de los alumnos, mientras que otras se imparten en la L2 que
se haya establecido.
¿Cuáles son sus principios básicos?
En primer lugar,
con esta metodología se busca utilizar la lengua para aprender los contenidos
de una materia y, a su vez, aprender la lengua para poder comprender y comunicarse.
Como segundo
principio, nos encontramos que de acuerdo con la materia que se está
impartiendo, será necesario un tipo de lenguaje u otro. Igualmente, las
destrezas variarán de una materia a otra.
Por último, la
fluidez en la L2 prima frente a la corrección gramatical y lingüística. En las
clases de idioma se prestará atención a estos aspectos, pero en las demás áreas
lo importante es que los alumnos puedan acceder al contenido. Sin embargo, no
se debe tampoco dejar de lado la corrección, pues puede ser un obstáculo para
la comprensión.
¿Qué características tiene la metodología AICLE?
La metodología
AICLE propone una enseñanza centrada en los alumnos. Además, es una enseñanza
flexible y facilitadora que busca atender a los distintos estilos de
aprendizaje. Se trata de una forma de aprendizaje muy interactiva y autónoma
gracias a las técnicas de trabajo y de evaluación. Otra característica
importante es el uso de múltiples recursos y materiales, especialmente las TIC.
Y, por último, es una metodología enfocada a procesos y tareas para los que los
alumnos tendrán que utilizar la lengua: las mejores tareas promueven el
aprendizaje del contenido y el uso comunicativo de la L2.
Andamiaje: un concepto clave
El andamiaje es
fundamental en esta metodología. Conocido como scaffolding en inglés, está relacionado con la zona de desarrollo
próximo (ZDP) de Vigotsky. Se trata de las estructuras, actividades o
estrategias de apoyo que el profesor aporta para que el alumno pueda construir
el conocimiento. Es necesario tanto para los contenidos de las materias como
para el aprendizaje de la lengua.
¿Cuáles son las desventajas de esta metodología?
La metodología
AICLE no solo consigue buenos resultados lingüísticos, sino que también se
trabajan otras áreas: los contenidos, la cognición, la cultura y el centro
educativo en general. Es decir, implantar esta metodología puede servir no solo
para conseguir el objetivo específico de mejorar la competencia lingüística.
Con tantos buenos
resultados, parece que esta podría ser una gran metodología para usar en los
centros educativos. Pero, ¿cuáles son sus problemas? El fundamental es la falta
de competencia lingüística por parte del profesorado. Cualquier docente que
imparta su materia en una L2, necesita ser un usuario competente en esa lengua.
Sin embargo, en España hay muchos docentes que no tienen el nivel necesario
para poder impartir sus materias en una L2, por lo que la metodología no puede
obtener buenos resultados.
Lo ideal sería poder
contar con profesorado nativo o con docentes preparados no solo en sus
materias, sino también en la L2 en la que se imparta el programa AICLE. Y es
que no serviría de nada que los profesores de la lengua se encarguen de las
áreas no lingüísticas, porque entonces les faltaría la preparación en esas
materias.
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